- "Sunday driver" ...
("Dominguero”)
Pronunciación: /ˈsʌndeɪ ˈdraɪvə/
Hace cosa de 20 o 30 años solo los ricos tenían coche y lo usaban para ir a trabajar. Para la mayoría bastaba con el motocarro (“three-wheeler van”) para ir a la huerta, o ni eso porque todo el mundo vivía cerca del lugar donde trabajaba. En esa época el coche se usaba básicamente el fin de semana para sacar a la familia a que le diera el aire y que los niños pudieran hacer el cabra a sus anchas sin dar guerra a los vecinos. Esto hacía que se condujera despacio intentando disfrutar de la conducción y más preocupados del paisaje (“landscape”) que de hacer vuelta rápida en el circuito iglesia-casa de la abuela. Los conductores eran pues básicamente conductores de domingo (“Sunday drivers”) pero esta palabra no tenía connotaciones negativas.
Con el paso del tiempo el coche se hizo imprescindible porque todo el mundo trabaja donde Cristo perdió la zapatilla y por eso se inventó el “commuting” o recorrido de casa al trabajo y viceversa. A la gente le entró prisa por llegar a su destino y al conducir ya solo se estaba pendiente de la dirección de la marcha porque a la velocidad del sonido solo se puede estar pendiente del coche que va delante y del radar de carretera.
La expresión “Sunday driver” (“dominguero”) pasó a aplicarse despectivamente a gente que a la hora de conducir iba pisando huevos (“walking on eggshells”), a velocidad más lenta de lo normal, estorbando el tráfico, y claramente sin saber a dónde se dirige ni en qué calle debe de girar para llegar a su destino. Esto, unido a los ataques de ira (“road rage”) que les entra a algunos conductores hace que el tocar el claxon (“to honk”) se haya convertido en un acto reflejo, sobre todo si de acompañante en el coche llevamos al típico listo que nos da consejos sobre cómo conducir (lo que se conoce como “backseat driver”).
Ejemplo de uso: "Sorry I’m late – I got stuck behind a Sunday driver!" ("Lo siento, llego tarde. Me quedé atascado detrás de un dominguero.")
Hace cosa de 20 o 30 años solo los ricos tenían coche y lo usaban para ir a trabajar. Para la mayoría bastaba con el motocarro (“three-wheeler van”) para ir a la huerta, o ni eso porque todo el mundo vivía cerca del lugar donde trabajaba. En esa época el coche se usaba básicamente el fin de semana para sacar a la familia a que le diera el aire y que los niños pudieran hacer el cabra a sus anchas sin dar guerra a los vecinos. Esto hacía que se condujera despacio intentando disfrutar de la conducción y más preocupados del paisaje (“landscape”) que de hacer vuelta rápida en el circuito iglesia-casa de la abuela. Los conductores eran pues básicamente conductores de domingo (“Sunday drivers”) pero esta palabra no tenía connotaciones negativas.
Con el paso del tiempo el coche se hizo imprescindible porque todo el mundo trabaja donde Cristo perdió la zapatilla y por eso se inventó el “commuting” o recorrido de casa al trabajo y viceversa. A la gente le entró prisa por llegar a su destino y al conducir ya solo se estaba pendiente de la dirección de la marcha porque a la velocidad del sonido solo se puede estar pendiente del coche que va delante y del radar de carretera.
La expresión “Sunday driver” (“dominguero”) pasó a aplicarse despectivamente a gente que a la hora de conducir iba pisando huevos (“walking on eggshells”), a velocidad más lenta de lo normal, estorbando el tráfico, y claramente sin saber a dónde se dirige ni en qué calle debe de girar para llegar a su destino. Esto, unido a los ataques de ira (“road rage”) que les entra a algunos conductores hace que el tocar el claxon (“to honk”) se haya convertido en un acto reflejo, sobre todo si de acompañante en el coche llevamos al típico listo que nos da consejos sobre cómo conducir (lo que se conoce como “backseat driver”).
Ejemplo de uso: "Sorry I’m late – I got stuck behind a Sunday driver!" ("Lo siento, llego tarde. Me quedé atascado detrás de un dominguero.")
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