Pronunciación: /ˈjʌmi/
Hace
años la gente mataba dinosaurios y se los comía por puro instinto de
supervivencia, sin hacer ascos a nada y sin pararse a pensar en calificativos
sobre su sabor (para “sabor” se usa “flavor” cuando hablamos del sabor
propio de una cosa, y “taste” para hablar de si nos sabe bien o mal a
nosotros).
Con
la llegada de los romanos ya se paso a considerar a las cosas sabrosas (“tasty”)
o insípida (“bland”), y con la llegada de los cartagineses la cosa se
fue de madre porque estos acabaron con el imperio romano y dieron lugar al
imperio de los “foodies”, esos pesados que se creen que saben un huevo
sobre comida y cuando los llevas a un restaurante se ponen en plan crítico
gastronómico, empeñándose en que distingas los matices de fondo del moho del
pan rancio en el que le han servido el kebap barato que se ha pedido porque
todo lo demás de la carta le parecía caro.
En
pleno apogeo de los foodies los términos para hablar de sabor se han
multiplicado como esporas y ya tenemos palabras como “delicioso” (“deliciuous”),
y como “yummy”, que se usa mucho por
los jueces de todas las variantes de “Top cheff”.
“Yummy”
es una expresión infantil equivalente al “¡Mmm! ¡Qué rico!” que decían los
niños pequeños cuando su madre les sacaba una autentica bazofia (“muck”)
pero estos querían hacerle la pelota para que le comprase el rifle con mira
telescópica con el que sus compañeros de colegio iban a flipar. “Yummy” ha pasado a ese vocabulario
informal sobre comidas para indicar el que algo es muy sabroso, es muy
apetecible, o que se nos hace la boca agua (“to look mouth-watering”)
solo de verlo. Por cierto, ¿Cuántas bocas tendrían que hacerse agua para acabar
con la sequía?
Ejemplo
de uso: “This cake is really yummy.” (“Esta pastel está realmente rico.”)
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